El día mundial de la arquitectura, que se celebra cada primer lunes de octubre, suele pasar inadvertido si no estamos vinculados a esta profesión, pero si lo relacionamos con el Día Mundial del Hábitat, donde encuentra su origen, nos será más fácil familiarizarnos con él.
Hábitat, es ese conjunto de factores físicos y geográficos que inciden en el desarrollo de un individuo, una población, una especie o grupo de especies determinados, en definitiva “nuestro pequeño mundo “.
Relacionar este concepto con las mujeres sugiere una serie de preguntas: ¿las mujeres tenemos derecho a construirnos un hábitat propio? ¿nos ha costado más que a los hombres poder crearnos uno? ¿disfrutamos de él en igualdad de condiciones?.
El estereotipo de que «el lugar de la mujer es el hogar» ha sido uno de los principios más importantes del diseño arquitectónico y del planeamiento urbano de muchos países, desarrollados o no. En algunos, por desgracia y aún a día de hoy, el espacio doméstico es un espacio de confinamiento perpetuo, el único espacio reservado a las mujeres.
Las labores del hogar, el cuidado de sus parejas, la atención a las personas mayores e hijos e hijas, ocupaban el 100% de las vidas de muchas mujeres, sin embargo el rechazo de este “dogma“ de vida, la entrada en el mercado laboral y en la vida universitaria, ha supuesto supuso un cambio radical en la vida de las mujeres, y por ende, en los planes urbanísticos de cada país.
Las mujeres han tenido que luchar a lo largo de los años para cambiar ese diseño urbanístico implantado y arraigado, no sólo en el tejido urbano, sino también en la mentalidad de la sociedad y diseñar viviendas, barrios, ciudades… donde las mujeres ya no limitan sus actividades al hogar, sino que trabajan, salen y disfrutan de un hábitat mucho más amplio.
No debemos olvidar, las veces que esos hábitats están empañados de violencia, intimidación, coacción y cualquier tipo de acción u omisión que, en definitiva, tiende a limitar la libertad de las mujeres para ser ellas mismas y desarrollarse plenamente como personas.
Construir un hábitat con perspectiva de género y sin violencia es una de las cuestiones que deberíamos replantearnos en un día como hoy.
Cambiar los paradigmas actuales que nos llevarían a tener y habitar países y ciudades más humanizados y equitativos y así diseñar un futuro mejor para las próximas generaciones de mujeres, debería de ser uno de los puntos clave de nuestro proyecto arquitectónico personal.