AGRESIONES SEXUALES A MENORES

DEFINICIÓN 

En la actualidad se reconoce que las agresiones sexuales a menores constituyen un problema grave, tanto por su extensión como por sus efectos traumáticos a corto y largo plazo.

Las agresiones sexuales son posibles porque una persona tiene algún tipo de poder sobre otra. Lo que caracteriza la relación entre un adulto y un/a niño/a, es la autoridad del adulto para exigir al niño/a que sea obediente y realice determinadas conductas. Ese uso abusivo de la autoridad es más grave cuando es un familiar, la/el menor está en una situación de dependencia, no puede elegir con conocimiento y libertad su rol en esas actividades, su edad y nivel de desarrollo le impiden un verdadero consentimiento.

Siempre se da una asimetría de edad y una asimetría de poder (coerción mediante la fuerza física, el engaño, o presión). El adulto se involucra en actividades con un/a menor cuyo fin es excitar o excitarse sexualmente. La coerción se puede considerar criterio suficiente independientemente de la edad del agresor. La asimetría de edad por sí misma vicia la relación, considerándose una diferencia de 4 o 5 años.

Se podría definir el abuso sexual a menores como aquellos contactos e interacciones entre un adulto y un/a niño/a cuando éste/a es usado/a para la estimulación sexual del agresor o de otras personas. Abarca aquellas acciones en las que se involucra a un/a niño/a o adolescente en actividades sexuales que no alcanza a comprender. Se considera que comete agresión sexual, aquella persona que estando en una posición de fuerza o poder sobre un/a niño/a, realiza o colabora en la realización de una agresión. Entre los comportamientos sexualmente abusivos están:

  • Observar al niño o niña al vestirse o desnudarse, o cuando se está bañando u orinando… con el fin del propio placer o para provocar una relación sexual.
  • Exhibirse desnudo con el mismo fin.
  • Forzar a ver imágenes o películas pornográficas, escuchar conversaciones sexuales, posar para fotografías.
  • Obligar a practicar el sexo oral, vaginal o bucal.

Lo importante y definitorio es cómo esa conducta ha sido vivida por el/la menor o adolescente, si al ser mirado/a, tocado/a le hace sentirse incómodo/a.

En el apartado «Los delitos contra la libertad sexual»  están definidos estos delitos desde el punto de vista jurídico.

CARACTERÍSTICAS

  • Así como en el resto de las agresiones sexuales hay cierto paralelismo en cuanto a las edades de la víctima y del agresor, lo más representativo en el caso de menores es el desfase tan acusado de las edades, aunque últimamente se aprecia un descenso en la edad de los agresores (integrantes de pandillas que no sobrepasan los 16 años y son agresores «per se»).
  • El maltrato sexual se da tanto en niños como en niñas, aunque es mayor la frecuencia en las niñas; aproximadamente una de cada cuatro niñas, frente a uno de cada diez niños padece abusos. En el caso de los niños, tienden a sufrir las agresiones a más temprana edad.
  • En las agresiones a niños/as pequeños/as, parecen darse cuatro precondiciones más o menos presentes para llegar a producirse:
  • En el agresor pueden aparecer tendencias paidófilas.
  • Las inhibiciones internas del agresor, que podrían moderar su conducta, están abolidas debido a múltiples factores: alcoholismo, desestructuración del carácter…
  • Con relativa frecuencia suele estar disminuida la capacidad de respuesta del/la niño/a, debido a falta de mecanismos de defensa, a la necesidad de afecto que le lleva a aceptar cualquier tipo de manifestación de supuesto afecto, aún si ésta es confusa o dolorosa. Puede en determinadas ocasiones tener un concepto erróneo de la sexualidad, o no haber asumido correctamente su rol sexual, lo que le impide tener conciencia del abuso del que es objeto.
  • En el caso de adolescentes las situaciones de riesgo se amplían desde el área familiar y perifamiliar, pues inician un tipo de vida con más presencia fuera del hogar. Si a eso se añade la menor capacidad que tienen en la percepción del riesgo, aumenta la probabilidad de sufrir agresiones por parte de desconocidos o poco conocidos.
  • Existe la falsa idea de que las niñas inventan historias sobre agresiones sexuales. No es cierto, con frecuencia no entienden lo que les está pasando, no saben cómo expresarlo, sienten que nadie las creerá, tienen miedo y son inducidas por el agresor a guardar secreto. Además, en numerosas ocasiones, cuando las niñas cuentan el abuso no se las cree, ni se las protege, sino más bien se las regaña, se las acusa personalmente de lo ocurrido, dando a entender que han consentido (sobre todo en las pre o adolescentes). No se puede hablar nunca de consentimiento en el caso de un/a menor, pues debido a su experiencia y desarrollo evolutivo, no dispone de información y elementos para decidir, o poder negarse a una relación básicamente y por definición desigual, teniendo en cuenta que el abuso lo perpetra una persona querida, quien se supone debe dar seguridad, apoyo moral emocional y ayuda para desenvolverse en la vida.

CÓMO DETECTAR LAS AGRESIONES SEXUALES  A MENORES (SECUELAS PSICOLÓGICAS)

La menor víctima de una agresión sexual en el medio familiar, tiende a experimentar cambios muy bruscos en su comportamiento y que aparentemente son inexplicables. Ante experiencias de este tipo tres son los caminos que la menor puede elegir.

  • La pasividad: Manifiesta comportamiento excesivamente sumiso, con actitudes de subestima e inferioridad, apatía y desinterés por todo. Se ha acostumbrado a ser controlada y utilizada, ha perdido el control que ahora está en manos de otra persona, porque el agresor (padre, hermano) sobre todo si es preadolescente, tratará de ejercer un control excesivo, casi obsesivo sobre la menor, sus actividades, amistades, lo que hace, sus salidas, etc.

El agresor intentará aislarla, más cuanto mayor sea la menor, ya que teme una relación de amistad con una compañera que propicie unas confidencias para él funestas.

  • La agresividad: Ya sea externa con comportamientos violentos, antisociales u hostiles (13 – 50%), las discusiones familiares frecuentes e incluso el abandono del hogar (33 – 50%); o bien hacia sí misma (se autolesiona).
  • La negación: Cuando la agresión se produce por una persona allegada a la víctima, pero con quien no convive: abuelo, tío, amigo de la familia… es posible que se detecte una negativa sistemática a ir a su casa. Esta negativa, dependiente de la edad del/la menor, de su capacidad intelectual y su habilidad, será más clara y directa, o será indirecta «me duele la cabeza», «me duele el estómago»…, incluso pueden aparecer verdaderas somatizaciones: vómitos, fiebre, mareos… que coinciden justamente siempre que se decide ir a casa de dicha persona.

Otro tipo de indicadores serían:

  • Da indicios de algún tipo de actividad sexual, al hablar o por medio de gestos o mímicas. A veces hay un juego sexual persistente y/o inapropiado para su edad, ya sea con compañeros, juguetes o consigo misma.
  • Comportamiento pseudomaduro: asume a menudo responsabilidades que no le corresponden, ya sea en las tareas domésticas o en el cuidado de hermanos/as. Estas responsabilidades junto con la actividad sexual provocan una impresión de madurez o al menos ellas así lo perciben.
  • Llega temprano a la escuela y se va tarde, con pocas ausencias, indicio de que prefiere la escuela a la casa.
  • Inhabilidad para hacer amigas/os. Se siente insegura, no participa en actividades sociales o deportivas de la escuela. Se aísla, se retrae, tiende a considerar que eso sólo le pasa a ella por tener algo especial. Se crea el estigma.
  • Dificultad para concentrarse, hay un descenso repentino en el rendimiento escolar, sin participación en las clases.
  • Miedo a los hombres sin razón aparente o apropiada.
  • Problemas para dormir: Sufre pesadillas, miedo a la oscuridad, duermen excesivamente…
  • Aparecen distintos tipos de miedos
  • Problemas con la comida
  • Depresión y/o sentimientos suicidas
  • Baja autoestima

A más largo plazo las víctimas de agresiones sexuales en la infancia, cronifican muchos de sus síntomas:

  • El miedo y la hipervigilancia persisten, generando ansiedad y desconfianza generalizados que impiden establecer relaciones sociales, afectivas o sexuales adecuadamente.
  • La estigmatización: desarrollan sentimientos negativos acerca de sí misma, de su propio cuerpo, del sexo, o de los hombres, con bajos niveles de autoestima y una fuerte autoinculpación.
  • Depresiones crónicas con tentativas o simulaciones de suicidio a veces (patología más claramente relacionada con los abusos sexuales en la infancia).
  • Desórdenes en la alimentación.
  • Problemas en el uso de drogas y alcohol.
  • Aumentan las probabilidades de nuevas victimizaciones en el futuro: prostitución, malos tratos…

QUÉ HACER ANTE UNA AGRESIÓN SEXUAL a un/A menor

  • Dejar de lado la idea de solucionarlo en familia. Primero porque es un delito y segundo porque no se puede garantizar al/la menor que con esa intervención nunca volverá a ocurrir; se traicionaría así su confianza.
  • Denunciar el hecho y apoyar al/la menor en todo momento para ayudarle/a a afrontar las posibles consecuencias de la denuncia, así como las presiones a las que se pueda ver sometido/a si el agresor es un familiar o persona conocida para que rectifique lo dicho; o bien prepararlo/a para enfrentar la crisis que se puede desencadenar en la familia.
  • Encarar la situación con la mayor serenidad posible, evitando dramatizaciones. Estas actitudes, comprensibles pero no adecuadas, pueden provocar un agravamiento del problema de cara al/la menor.
  • Evitar actitudes que puedan fomentar la victimación:

sobreprotección, pretender compensar su experiencia.

  • Jamás culpabilizar al/la menor o recriminarlo/a por algo hecho que se considere inadecuado. La agresión es un tema y los problemas de disciplina o de actitudes inadecuadas otro, que no se debe conectar.

PREVENCIÓN

Es obvia la necesidad de poner en marcha mecanismos para prevenir las agresiones sexuales en los/as menores, sin embargo cuando se plantean determinados programas en este sentido, aparecen reticencias argumentadas en el temor de crear una alarma excesiva e injustificada en el niño/a, que provoquen suspicacias hacia los adultos y sus relaciones cotidianas con ellos.

Sin embargo las madres y padres advierten, desde bien pequeños/as a sus hijos/as sobre los peligros de los automóviles, los animales, el fuego…, sin preocuparse de la posibilidad de que quizás nunca quieran llegar a conducir, o a temer a todos los animales. Incluso se les alerta sobre un secuestro, suceso mucho menos probable en la vida un/a niño/a.

Existe un miedo colectivo a reconocer la existencia de los abusos sexuales en la infancia, a admitir que las/os niños/as no están seguros/as ni en su propia familia, hasta el punto de levantar un muro de silencio impidiendo las posibilidades de ayuda.

En el terreno de la prevención, lo primero sería ofrecer una información clara y adecuada desde las edades más tempranas (3 – 4 años). Esta información recogería:

  • Anular el estereotipo de que el posible agresor es el hombre malo desconocido.
  • Enseñar a los/as niños/as a reconocer e informar de cualquier intento de agresión o abuso sexual, siempre remarcando que la culpa jamás es del menor; el adulto tiene un problema y es necesario que él/ella lo diga.
  • Enseñar habilidades para enfrentar el intento de agresión, sugiriendo estrategias para librarse o salir de situaciones peligrosas.
  • Educarles/as para que aprendan a quererse y valorarse, enseñando que tienen derechos: a controlar su cuerpo, a sentirse seguros/as, a que nadie les/as toque de una forma que les/as desagrade, a la privacidad de su cuerpo, a decir «no».
  • Hacer hincapié en la idea de que siempre deben contar lo sucedido a cualquier persona enseguida. Explicar las formas en que normalmente tratarán de intimidares/as para que guarden secreto y por qué no hay que hacer caso de esa intimidación.
  • Los abusos sexuales en menores se mantienen mediante el SECRETO que el agresor induce en el/la menor. Por ello es importante mostrarles la diferencia entre SECRETO/SORPRESA, los secretos que se supone nunca hay que contar no son buenos, pero las sorpresas, que se contarán más tarde a alguien para darle una alegría, están bien.

Una gran parte del trabajo de la educación preventiva ha de dirigirse a los padres y madres. Este tema está íntimamente ligado a la educación y a la vivencia de la sexualidad. En muchas ocasiones se carece del lenguaje y formas de explicar a los/as hijos/as no sólo su derecho a conocer, controlar y defender su cuerpo e integridad, sino también para dar otro tipo de información relacionada con la sexualidad.

Los padres y madres han de tener cuidado con comentarios o actitudes intolerantes con respecto a esta problemática (tomarse la justicia por su mano, las atribuciones de culpa o corresponsabilidad de la víctima…) esto puede favorecer el silencio del/la menor si en algún momento de su vida se viese envuelto/a en una agresión sexual.

Por otro lado, en esta tarea preventiva habría que capacitar a los/as distintos/as profesionales, tanto de la educación como de la salud, en el conocimiento, no sólo de la existencia de agresiones sexuales en el mundo de la infancia, sino también en las señales que pueden alertar de la posibilidad de que se están produciendo y los pasos a seguir en ese caso.

Otro tipo de programas preventivos deberían orientarse hacia los factores sociales que contribuyen a la tolerancia del abuso sexual:

  • Combatir la idea de que los/as niños/as son propiedad privada.
  • La explotación de las niñas con fines publicitarios.
  • La violencia en los medios de comunicación.
  • La pornografía.

Según la Ley Orgánica 1/96, de 15 de Enero de Protección Jurídica del menor (B.O.E. 17-01-96, art. 13.1) sobre «Obligaciones de los ciudadanos y deber de reserva»:

«Toda persona o autoridad, especialmente aquellas que por su profesión, oficio o actividad detecten una situación de riesgo o posible desamparo de una persona menor de edad, lo comunicarán a la autoridad o sus agentes más próximos, sin perjuicio de prestarle el auxilio inmediato que precise».

Agresiones sexuales  a adolescentes

Las agresiones sexuales son delitos que atentan contra tu libertad sexual.

Tu libertad te da derecho a decir NO, y a que ese NO se respete. Si no lo respeta, el agresor estará cometiendo un delito tipificado y punible.

El agresor pretende hacer daño, humillar, sentirse superior; no pretende mantener una relación sexual.

Puede suceder en cualquier momento en que una persona sea vulnerable: La clave de los delitos es la situación de indefensión. No es relevante ni tu forma de vestir, ni tu edad, ni tu estilo de vida, ni tu actitud. Y ninguno de estos supuestos aspectos de la víctima justifican en modo alguno una agresión.

La mayoría suelen cometerse por personas conocidas o recientemente conocidas.

Si tu chico te propone alguna práctica sexual y tú no quieres, tienes derecho a decir NO y él debe respetarlo.

No hay NADA absolutamente NADA que tú hayas hecho para propiciar una agresión sexual.

Si sufres una agresión sexual, haz lo que puedas, pero lo importante es que sobrevivas. Recuerda que no hay nada de culpa en lo que te está ocurriendo.

Aunque haya pasado tiempo desde la agresión, HABLA, pide ayuda

MEDIDAS PREVENTIVAS

  • Evita situaciones de indefensión (quedarte a solas, o con personas poco conocidas, en lugares solitarios o aislados). Permanece en grupo.
  • Vigila la bebida que consumes, para evitar así que alguien pueda añadirle drogas, anestésicos o psicotrópicos, anular tu conocimiento, y abusar de ti. Controla el alcohol y las drogas; si las consumes eres más vulnerable.
  • Ten siempre un plan alternativo para llegar a casa. No dependas de tu cita para volver. Si te sientes incómoda, llama a un taxi y vete.
  • Si la situación se complica, pide ayuda. Nunca temas llamar a tu familia por miedo a una bronca, o a alguien cercano; se preocupan por ti y te ayudarán.

Ante un ataque de un desconocido

  • Dirígete a un lugar concurrido si crees que alguien te sigue.
  • Mantén el contacto visual con el posible agresor.

Con un agresor poco conocido

  • Comunicación asertiva (expresa con claridad lo que deseas)
  • Establece citas en lugares públicos, y en compañía.
  • Evita malos entendidos, preguntando, y expresando con claridad lo que deseas y lo que no.

Con un agresor conocido

  • Habla cuanto antes a un adulto responsable si una persona de tu entorno (parientes, amigos de la familia…) te hace cualquier tipo de insinuación sexual impropia de la relación.
  • No toleres presiones ni chantajes por parte de tu pareja: las relaciones sexuales han de ser plenamente consentidas por ambos.

Durante la agresión

  • Intenta mantener la calma, y fijarte en todos los detalles posibles del agresor y del lugar en el que te encuentres.
  • Evita los insultos y las súplicas: hablar, como medio disuasorio, no suele dar resultado.
  • Gritar o huir, son otras alternativas, pero antes de llevarlas a cabo, valora si la situación en la que te encuentras ofrece alguna posibilidad REAL de éxit Si fallas, tal vez la violencia se dispare.
  • Resistirse puede ser otra opción si es un único agresor y no va armado. Lucha entonces con todas tus energías.

Después de la agresión

  • No te laves ni te cambies de ropa
  • Acude al hospital o centro sanitario más próximo, o bien a la Policía o a la Guardia Civil, si es posible en compañía de alguien en quien confíes.
  • Solicita copia de la denuncia y del examen médico.
  • Ponte en contacto con ADAVAS.

ACTITUD ANTE UNA PERSONA  QUE HA SIDO AGREDIDA SEXUALMENTE

  • Mantén la calma y escucha con atención lo ocurrido.
  • No la obligues a contar detalles.
  • La víctima NUNCA es responsable de su agresión. No la culpabilices.
  • Busca soluciones para los problemas más inmediatos.
  • Acudid a una persona adulta responsable.
  • Ofrécele tu ayuda para lo que necesite.
  • Recomiéndale que acuda a ADAVAS.

COSAS QUE TIENES QUE TENER CLARAS  SI ERES CHICO *

  • No te pongas pesado: que alguien «no te siga el rollo» forma parte de su derecho a decir NO.
  • Que alguien «te siga el rollo», que intente agradarte o «atraerte» no quiere decir que tenga la obligación de acostarse contigo.
  • El consentimiento de una noche no es un SÍ para siempre.

* Tomado de la campaña Sin un sí ¡es no! del Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha

  • Da igual a qué punto habéis llegado: la otra persona tiene DERECHO A PARAR en cualquier momento.
  • No chantajees. No te sientas con derecho a tener sexo. Da igual que haya pasado antes o que hayáis iniciado algún tipo de juego sexual; en el juego amoroso nadie «te debe» nada.
  • No tomes el silencio como un sí. Si no estás seguro sobre si la otra persona quiere tener sexo, o si tu pareja sexual no está respondiendo, debes detenerte y preguntarle cómo se siente antes de seguir.
  • Si la otra persona está borracha o inconsciente, no hay consentimiento.
  • No te ofusques, ni interpretes los deseos de la otra persona.

Si no hay un SÍ, ¡es NO!

¿QUÉ HACER SI VES UNA AGRESIÓN SEXUAL?

  • Si tus colegas o alguien conocido lleva a cabo una agresión no les encubras.
  • No te mantengas al margen, implícate y actúa. Tu voz es importante.
  • Si crees que una mujer está en peligro, acércate y pregúntale, muéstrale tu ayuda.
  • Acude a profesionales y servicios especializados.

PON CUIDADO EN CÓMO TE RELACIONAS A TRAVÉS DE LAS REDES SOCIALES, INTERNET  Y LOS MÓVILES

  • Recuerda que algunas herramientas informáticas sirven para controlar el ordenador, el móvil o la webcam sin que te des cuenta, captando imágenes comprometidas, conversaciones en el chat, etc.
  • Las imágenes y conversaciones que compartes con alguien pueden convertirse después en una peligrosa herramienta de acoso, y abrir la puerta al abuso sexual.
  • Protege tu privacidad para salvaguardarte de personas que utilizan las redes sociales como forma de abusar de menores y adolescentes.

En caso de sufrir una situación de este tipo, habla cuanto antes con una persona adulta responsable.

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