¿No pediríamos que esa industria no pudiera enriquecerse con el sufrimiento y la representación del sufrimiento de mujeres y niñas?
¿No exigiríamos que esos anuncios dejaran de emitirse, que esos contenidos no fueran tan fácilmente accesibles, que esas prácticas crueles y degradantes fueran penalizadas?
Si nuestras hijos e hijas fuera esta la única información que tuvieran acerca del sexo y la afectividad ¿qué esperarían de las relaciones sexuales?
Una pornografía violenta, accesible a niños y niñas, se cuela sin ninguna cortapisa a través de sus teléfonos móviles las 24 horas del día.
“La pornografía es la escuela de la prostitución”* Una industria voraz dedicada a sacar todos los beneficios posibles de convertir a mujeres y niñas en objetos y a jóvenes adolescentes y niños en consumidores de pornografía y puteros.
No es un derecho.
No es sexo.
Es violencia.
¿No vas a hacer nada?
*La cita es de Rosa Cobo Bedía, Directora del Centro de Estudios de Género de la Universidad de A Coruña