¿Cuál es la raíz histórica de la violencia machista?

La raíz histórica de la violencia machista.

Actualmente puede parecer aceptada la idea de que las mujeres y todo lo que ellas significan han conseguido ya la igualdad y la equiparación con los hombres, sin embargo no ha sido así. Se siguen perpetuando las relaciones de poder, ejerciéndose a veces con otras formas, pero con el mismo fondo de supremacía. Esas relaciones de poder encuentran su raíz histórica en el modelo social patriarcal que ha propiciado relaciones de dominio y de desigualdad entre ambos sexos, ejerciendo para ello la violencia contra las mujeres a lo largo de los siglos.

La historia del patriarcado y de la dominación del hombre sobre la mujer viene de muy atrás, de sociedades muy antiguas, como Roma y Grecia, incluso antes en otras y se perpetúa hasta nuestros días.

Ya la Roma antigua consideraba a la mujer propiedad del paterfamilia que tenía poder incluso sobre su vida, aunque en algunos periodos consiguieron cierta relevancia en derechos algunas, muy pocas, mujeres de alto estatus social.

En el medievo, una época de luchas violentas, las mujeres de las clases más altas eran utilizadas como moneda de cambio en pactos a través del matrimonio y alianzas, y en las clases bajas relegadas al mero papel de reproductoras y cuidadoras, además de trabajadoras en las labores del campo sin ningún derecho de propiedad.

En el siglo XVIII se desarrollan las ideas ilustradas que desembocaron en la Revolución Francesa y sus ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad dando lugar a la primera Declaración de los Derechos Humanos, marcando de nuevo un antes y un después en la historia de la humanidad y de las relaciones entre mujeres y hombres. Sin embargo, en la práctica, en esa nueva visión del mundo, a las mujeres se las excluye otra vez en la historia de su disfrute, se las vuelve a reasignar el papel de depositarías de los valores de la naturaleza, del cuidado y de la perpetuidad de la especie, en resumen, de lo primario y doméstico que había que preservar, frente a la cultura de lo público que contaminaba la esencia de todo lo bueno del ser humano.

Esta teoría, utilizada engañosamente, perpetuó la marginación y la degradación de los derechos de las mujeres en general y la ocultación para la historia de las mujeres pensadoras y luchadoras de aquella época en particular. Así, de nuevo, las mujeres son relegadas al ámbito de lo privado, fuera del circuito económico y de las decisiones de poder, de las que siguieron apoderándose los hombres. Es a partir de entonces cuando empieza la lucha organizada de las mujeres por la igualdad y el nacimiento y andadura del Movimiento Feminista.

Más tarde, en el Siglo XIX, el movimiento sufragista, dentro del movimiento feminista, afronta la lucha por el derecho al voto universal, el derecho a la educación, a la propiedad y derechos en el matrimonio, objetivo que se va cumpliendo a lo largo del siglo XX, aunque todo esto con bastantes diferencias y altibajos entre los distintos países y con una derivada de su aplicación real más o menos afortunada.

Ya en el siglo XX, durante los años 60 y 70 se pone en marcha el movimiento de liberación de la mujer, que reclama su lugar en el espacio público, en el mundo laboral, y en las instituciones. Además, exige sus derechos sexuales y reproductivos, en definitiva, el derecho a decidir sobre su propio cuerpo. Se alcanzan hitos de emancipación de la mujer nunca conocidos hasta ese momento, al menos en los países llamados del Primer mundo, no así en el resto del planeta.

Aunque las mujeres en la actualidad tienen reconocidos muchos derechos por Ley, se sigue sufriendo discriminación en numerosos ámbitos, con empleos más precarios y peor pagados, jornadas muy largas combinadas con el trabajo doméstico que hacen imposible la conciliación laboral y familiar.

Resaltar que a lo largo de la historia las distintas religiones, especialmente las monoteístas, también han contribuido de manera decisiva al papel de la mujer, asignándola un rol de dependencia y subordinación al hombre que ha permanecido casi inalterable hasta nuestros días.

A lo largo de la historia la desigualdad y abuso de poder contra las mujeres se ha venido sosteniendo gracias al ejercicio de la Violencia machista contra ellas, esta violencia es la consecuencia de un sistema patriarcal y capitalista que perpetúa la desigualdad y la supremacía sobre las mujeres, ejerciendo esa violencia contra ellas siempre, y aún más si detecta que su estatus y poder puede estar en peligro. Romper ese círculo vicioso es imprescindible para el empoderamiento de las mujeres y el reconocimiento real de su papel en la sociedad.

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