Manifiesto Plataforma contra la violencia machista

25 de noviembre de 2020

En 1990 la Organización de las Naciones Unidas dio carácter oficial al 25 de noviembre declarándolo Día Internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres, en recuerdo al asesinato de las tres hermanas Mirabal, activistas políticas de la República Dominicana.

Este 2020 está marcado por la pandemia de la COVID-19 y la crisis social y económica. La pandemia nos ha atacado con una virulencia inusitada y ha dejado un reguero de muerte y destrucción sin precedentes.

Esta situación, vuelve a evidenciar las desigualdades sexistas que sostienen a un sistema que no protege, ni ofrece vidas dignas ni seguras a las mujeres. La situación de confinamiento, las limitaciones a la movilidad y las consecuencias de las medidas tomadas para hacer frente al coronavirus, han intensificado las violencias machistas. 

Muchas mujeres se han encontrado en una especial situación de vulnerabilidad e incertidumbre, registrándose un aumento en más del 50% del uso telefónico del 016, de más de un 100% de su uso online, así como la cifra de más de 4.000 detenciones por violencia machista durante las primeras seis semanas de cuarentena. Y es que, según los datos hechos públicos por el Ministerio de Igualdad, las llamadas al número teléfono especializado 016 se habían incrementado en el mes de abril pasado en un 60% con respecto al mismo mes de 2019 y las consultas online habían experimentado un incremento cercano al 600%.

Solo hay que darse una vuelta por la realidad para entender el significado de la violencia contra las mujeres por el hecho de serlo. Las cifras de la violencia machista son dramáticas e incuestionables. Delatan la persistencia de una violencia estructural de los hombres hacia las mujeres que compromete la vida de éstas en todos los ámbitos.

 La Macroencuesta del Ministerio de Igualdad (2019) recientemente publicada, lo ha vuelto a poner de manifiesto. El 99,6% de la violencia sexual sufrida por las mujeres ha sido ejercida por hombres, el 98,2% del acoso sexual padecido por las mujeres ha sido llevado a cabo por hombres, el 100% de la violencia de género en la pareja y el 100% de los homicidios o asesinatos que se cometen en ese contexto, ha sido materializado por los hombres con los que mantenían o habían mantenido una relación de pareja.

El resultado es objetivo: el 57,3% de las mujeres del Estado español  mayores de 16 años ha sufrido algún tipo de violencia por parte de los hombres a lo largo de sus vidas y un 20% en los últimos 12 meses y todo ello con pandemia sanitaria y sin ella,  en la antigua y en la nueva normalidad machista y desde ella, amparados y legitimados por una sociedad androcéntrica,  en la que los hombres siempre destacan por estar ausentes en la solución del problema, ya que no  toman iniciativas para movilizarse  a efectos de que quienes  lo hacen   dejen de hacerlo, no implicándose en un problema  de los hombres que sufren las mujeres.  Ni siquiera lo hacen en las medidas concretas para la erradicación de este grave problema social, como ponen de manifiesto las propias víctimas en la citada macroencuesta, quienes relatan que acuden en busca de apoyo y ayuda a otras mujeres ya sean amigas, madres o hermanas. ¿Dónde están los hombres? ¿Por qué no acuden a ellos? ¿Será porque las consideran y las señalan como culpables como marcan los cánones del patriarcado, tal y como señalaron a las manifestaciones del 8M como culpables de la pandemia? Ya se sabe que el mito machista de la perversidad de las mujeres frente al mito igualmente machista del buen padre de familia pervive incólume. Intentar resolver un problema sin acabar con la causa que lo produce es imposible, se podrá mejorar, se podrá paliar, pero no erradicar.

El silencio cómplice y la pasividad, pesan como una losa sobre una sociedad que mantiene las referencias de una cultura machista que contribuye de forma decisiva para que el 92% de las mujeres que sufren una violación no denuncie, y que el 78,3% de las que padecen violencia en las relaciones de pareja tampoco lo haga, bajo argumentos como que la violencia sufrida no es lo suficientemente grave, como indica el 46,4%; por vergüenza (el 5,7%); o por miedo al agresor (4,7%).

Ya basta de violaciones, de agresiones, de malos tratos físicos y psíquicos, de asesinatos, de permisividad ante la prostitución y la trata de mujeres, de tolerancia hacia los puteros y proxenetas, de transigencia a los hombres violentos, de apoyo a campañas que cosifican a las mujeres. Ya basta de explotación sexual y reproductiva de las mujeres, de pornografía que las violenta, de ciberdelincuencia con diferentes modalidades de violencia en línea.

Ya basta de desprecios, de ignorar a las que sufren, de pasearlas por los tribunales de justicia donde tantas veces no se imparte la misma, de manipular las cifras, de decir que el presunto asesino parecía un buen padre, un agradable vecino, un hombre bueno. Ya basta de escuchar, que se pida cita previa, que el señor o la señora tal, están ocupados, que no hay recursos, cuando parte del presupuesto del Pacto de Estado contra la violencia a las mujeres se dilapida en paraguas, lazos, pegatinas, chapas, camisetas, objetos y actos de publicidad varios.

Tras años y años de callar y guardar silencio ha llegado el momento de que las mujeres griten, voceen su dolor y lo hagan irrumpiendo entre quienes hipócritamente hacen la pantomima del silencio cada 25 de Noviembre. También ha llegado el momento de que quienes tienen la responsabilidad de actuar lo hagan, y lo hagan todos los días y den soluciones, en vez de guardar silencio, silencio cómplice por acción o por omisión.

El machismo está matando a mujeres, a sus hijas y a sus hijos. Las cifras son escalofriantes: 1074 mujeres asesinadas desde 2003 por sus parejas o exparejas. Las hijas e hijos este año ya han sido 3. No olvidamos a las que asesinaron pero no forman parte de este cómputo porque el asesino no era su pareja o expareja. Tampoco olvidamos a las mujeres prostituidas, hay constancia de que al menos 38 han sido asesinadas desde el año 2000, 27 por consumidores de prostitución (puteros) y 11 por proxenetas; todos hombres, los asesinos, todas mujeres, las asesinadas. 

Olvídense de justificar la violencia, de buscar atenuantes, de culpabilizar a las víctimas.  Con estos datos, no se les ocurra decir o sugerir, que vivimos en un estado de igualdad.

Es momento de que las mujeres tomemos conciencia de lo que somos, de donde quieren que permanezcamos y del trato que recibimos por razón de nuestro sexo y del género construido sobre el mismo. Es momento de luchar por la causa común. Es momento de no guardar silencio, de cambiar la sumisión por el desplante, por la rebeldía. El machismo es el virus más feroz del patriarcado. Solo se vence con el feminismo que desde hace 3 siglos lucha incansablemente contra la desigualdad estructural, contra la violencia a las mujeres, por la justicia social.

Señoras, sigue siendo nuestro turno, el relevo no ha llegado.

Volvemos a Ocupar la Calle 23 junio, 2020

Manifiesto leído en los Lunes sin sol del día 27 de julio 2020 5 agosto, 2020

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