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Ya basta de mercantilización reproductiva de las mujeres |Madres de alquiler

“No hay derecho a tener un hijo en virtud del Derecho Internacional”

“No hay derecho a tener un hijo en virtud del Derecho Internacional”, dijo Maud de Boer-Buquicchio, Relatora Especial sobre la venta y la explotación sexual de niños, incluida la prostitución infantil, la utilización de niños en la pornografía y demás material que muestre abusos sexuales de niños.

Boer-Buquicchio presentó, en marzo de 2018, un informe al Consejo de Derechos Humanos en Ginebra. Afirmando en dicho informe que: “Los niños no son bienes o servicios que el Estado puede garantizar o proporcionar. Son seres humanos con derechos”. Y añadió que la maternidad subrogada, es una industria en crecimiento impulsada por la demanda internacional, especialmente de estados ricos que involucran a madres de alquiler en estados en desarrollo, confirmando que la subrogación, tal y como se practica actualmente en algunos países, generalmente equivale a la venta de niños.

La llamada “maternidad o gestación subrogada”, o “gestación por sustitución” o “vientres de alquiler”, son meros eufemismos cuando lo que se pretende es utilizar a una mujer para que incube un embrión obtenido por fecundación in vitro. No se trata de un vientre de alquiler, sino de una “madre de alquiler”, ya que lo que se está haciendo es contratar a una mujer en su integridad, no solo su vientre, para que lleve a cabo la gestación y el parto. Es una de las formas de mercantilizar a las mujeres.

La gestación y el parto de una madre de alquiler, no es una “técnica reproductiva” como se dice, sino un proceso biológico, en el que no es posible la sustitución ni la subrogación. La forma en que el embrión se implanta en el útero, no modifica el embarazo, ya que, o todos los embarazos son técnicas, o todos los embarazos son procesos vitales en los que las mujeres ponen su cuerpo, su esfuerzo, los riesgos, la salud, las sensaciones, el insomnio, la pesadez, los cambios hormonales físicos y psicológicos…. No hay diferencia pues, entre un embarazo con embrión propio o ajeno. Además biológicamente sólo las mujeres pueden gestar y parir y el resultado del parto es el nacimiento de un ser humano que como tal no puede ser considerado como propiedad de otros seres humanos.

Cuando se invoca la autonomía personal para legitimar este tipo de contratos se recurre al argumento de que la Constitución ampara la libertad máxima del individuo, bajo la cláusula del “libre desarrollo de la personalidad”, lo cual equivale a sostener que las mujeres madres biológicas son propietarias de los seres humanos que paren, y que por tanto tienen poder de disposición sobre ellos en uso de su “máxima libertad”. Con lo cual al margen de que esta práctica está prohibida en nuestro derecho en virtud del Art. 10 de la Ley de Reproducción Humana asistida, parece obvio que sería inconstitucional legalizarla.

En todo caso, esta práctica lejos de ser un gesto individual, es una práctica social puesta en marcha por empresas de reproducción humana, en un sistema organizado de producción, que incluyen laboratorios, profesionales de la medicina y la abogacía, agencias, etc. Este sistema necesita mujeres como medios de producción de manera que el embarazo y el parto se convierten en procesos funcionales dotados de un valor de uso y de mercado y se inscriben en el cuadro de la globalización de los mercados humanos, particularmente de las mujeres. Los ricos compran, las pobres venden.

Allí donde ninguna ley protege a las mujeres, estas son requeridas por las industrias y los mercados de la reproducción y bajo cláusulas abusivas firman un contrato que aliena su salud, su vida y su persona, bajo múltiples presiones: relaciones de dominación, familiares, sexistas, económicas, geopolíticas…La industria convierte a las mujeres en fábrica, a las criaturas en mercancía´

La maternidad es algo desechable mientras la paternidad es sagrada

Y más acá se habla y se legisla, o se pretende legislar, en base a argumentos altruistas de las mujeres, que encierran una concepción sexista y negadora de la igualdad de derechos. Se parte de los mandatos patriarcales, según los cuales las mujeres se dan, se ofrecen, de forma abnegada, sacrificada, entregada, con amor incondicional, despojadas del poder de ser para sí, sino para otros y en función de otros.

El planteamiento neoliberal que convierte los deseos en libertades individuales, que pueden ser satisfechas a cualquier precio, es una trampa que nos lleva a la cosificación de los seres humanos, niña/o y madre gestante que son objeto de comercio. No se trata de un tema ideológico sino de concepción de la dignidad del ser humano. Los deseos individuales no pueden mutar en derechos y la libertad no se puede resumir en la elección de una cosa.

Por lo tanto, en nombre de los derechos humanos de las mujeres y de las criaturas, rechazamos su mercantilización, denunciando la comisión de un flagrante delito contra los derechos de las mujeres a la filiación y la patria potestad y de las criaturas a su derecho a su madre, (art. 7 Convención derechos del niño) ya que en esta práctica, las madres pierden a sus hijas/os y los hijos/as pierden a sus madres, por eso hay que abolirla a nivel internacional y mientras tanto, obligar a que se cumplan las normas a nivel nacional.

ADOPTA CRIATURAS, NO LAS COMPRES.

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